Llevo 25 años acompañando la trayectoria de Full Gauge. La sensación es que la empresa va un paso adelante. Y con cada interacción, esta impresión se refuerza. En este informe de celebración de su 40.º aniversario, comprendí que estas sensaciones no son más que un reflejo de hechos reales que convierten a Full Gauge en una figura líder en la industria HVAC-R.
Hace cuarenta años, dos amigos se atrevieron a soñar en grande. En septiembre de 1985, Antonio Gobbi y Flávio Perguer registraron oficialmente Full Gauge Controls. Su primera sede fue un pequeño garaje de 14 metros cuadrados en el barrio de Niterói, en Canoas, Rio Grande do Sul. Era un espacio modesto, pero con un propósito claro: desarrollar controladores electrónicos que reemplazaran los costosos dispositivos mecánicos importados que dominaban el mercado de la calefacción y la refrigeración.
Esta historia, sin embargo, comenzó mucho antes. En la década de 1970, Antonio Gobbi y Flávio Perguer se conocieron en el trabajo. Primero en Varig, donde se especializaron en automatización de aviónica, y luego en Petrobras, donde Gobbi trabajó en automatización de procesos. Esta experiencia le proporcionó una sólida base técnica y una inquietud que impulsaría su espíritu emprendedor. Después, Gobbi trabajó en empresas más pequeñas. Una de ellas, en el sector de la refrigeración, resultó ser un mundo de incógnitas para él. "Era un pez fuera del agua", recuerda entre risas. La empresa en cuestión era Coldex Frigor, que luego se convirtió en Bitzer, pero incluso antes, fue Rádio Frigor, creada para fabricar los compresores de la empresa alemana bajo licencia. "En aquel entonces, los controles existentes eran fiables, pero caros e importados. Me di cuenta de que había margen para desarrollar soluciones nacionales", recuerda Gobbi. Este descubrimiento lo motivó a compartir la idea con Flávio. La pareja comenzó a desarrollar prototipos de controladores, dedicando noches, madrugadas y fines de semana a experimentar con hielo seco para mapear las curvas de los sensores. Fueron seis meses de pura dedicación. "Fue un invierno duro y nos pasábamos toda la noche trabajando. Pero fue increíblemente emocionante", dicen.